Es urgente un cambio radical en el sistema. Una islandianización del proceso español. En Islandia los ciudadanos están llevando a cabo una revolución. Nues- tro país está muerto, ahora mismo. Entre otras razones, porque las personas que podrían infundirle vida, los nuevos empresarios, la gente creativa y con ideas, sal- vo algunas excepciones, está siendo bloqueada por los poderes fácticos que aún persisten en vestir al rey desnudo, empeñándose en presentar como vivo a un cadáver: los medios de comunicación afectos al régimen, los profesionales vendi- dos al mismo, toda una pléyade de nuevos ricos interesados en seguir vistiendo al difunto, fingiendo que vive. Es preciso hacer una auditoría general de todas las instituciones, revisando cuáles sirven de verdad a la vida del país y cuáles están siendo cómplices de la muerte de nuestro país, porque se lucran con ella. Tanto a nivel central como autonómico.
Es necesario volver a revisar qué es una democracia. Si el voto hace a la de- mocracia o debería haber muchos otros cauces para una verdadera participación ciudadana. Si el voto es un acuerdo entre elegidos y electores en base a un pro- grama de gobierno, debería existir la posibilidad de despedir al elegido por incum-plimiento, además de procesarlo y exigirle responsabilidad civil y penal (no sólo política) sin necesidad de tener que soportarlo, una vez que ya no representa a nadie, excepto a sus propios intereses corporativos... Es como si una empresa se viera obligada a mantener en su plantilla a un trabajador que ha incumplido su contrato de trabajo. Lo lógico es que se lo despida. Pues parece que habría que premiarlo, según la "lógica" de los tiempos modernos.
Y si finalmente la democracia no es realmente posible, porque los pode- res económicos globales lo hacen incompatible con sus privilegios de grupo, debe- ríamos también saberlo cuanto antes, para que nadie trafique con los sueños e ilusiones de los ciudadanos...
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