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viernes, 27 de febrero de 2015

La Atlántida



           En "Timeo"(1) Platón describe la visita de su famoso antepasado  Solón,   el gran legislador y filósofo ateniense, a algunos sacerdotes egipcios en el templo de Neith (nombre egipcio de Atenea), en Sais.




           Solón aparece discutiendo con dichos sacerdotes la antigüedad de su linaje, cuando uno de éstos, de muy avanzada edad, aprovecha la coyuntura para hablar de la Antigüedad, de la importancia de los viejos códigos y de las catástrofes que asolaron la tierra. Las pala-bras de Platón, más o menos deformadas ya que fueron pronunciadas hace más de dos mil años, nos proporcionan un vívido comentario sobre la Antigüedad, antes de la antigüedad, como asímismo  sobre los ciclos recurrentes de la civilización:


          -"¡Oh, Solón: vosotros los helenos no sois más que niños, y no existe un solo heleno

que sea viejo..., todos sóis jóvenes; no poseéis un sólo concepto antiguo que se halle res-paldado por la vieja tradición, ni ninguna ciencia que se haya encanecido con el curso de los años. Y te explicaré la razón de ello: ha habido y volverá a haber muchas destruccio-nes de la humanidad, motivadas por muchas causas.

            "Existe una historia que vosotros los helenos habéis sabido conservar. Según ésta, Faetón, hijo de Helios, unció los corceles al carro de su padre y por no saberlo llevar como su progenitor, quemó todo lo que había sobre la faz de la tierra, siendo destruído él mismo, por un rayo. Ahora bien, aunque esto parece un mito, en realidad significa una de-cadencia de los cuerpos que se mueven alrededor de la Tierra y en los cielos, y una gran conflagración de cosas que suceden en nuestro planeta durante largos intervalos de tiem-po: cuando esto sucede aquellos que vivan en las montañas y los lugares secos y elevados se verán más amenazados de destrucción que aquellos que habiten junto a los ríos o las orillas del mar; es por este motivo que el Nilo, nuestro eterno protector, nos salvó y nos liberó.


            "Por otro lado, cuando los dioses castigan la Tierra con un diluvio de agua, vues-tros ganaderos y pastores montañeses son los supervivientes, mientras que los que habi-tan en las ciudades son arrastrados por los ríos al mar; pero en nuestro país, ni ahora ni nunca el agua llegó de los cielos que cubren los campos, sino de las profundidades de la tierra. Por ese motivo, las cosas que hemos conservado en nuestro país están considera-das como las más antiguas.


            "Y pase lo que pase en vuestro país  o en el nuestro, o en cualquier otra región del mundo que conozcamos, todo hecho noble o grande o digno de encomio, todo ha sido re-gistrado por escrito en los viejos códices que se conservan en nuestros templos; mientras que los helenos y los habitantes de otras naciones sólo disponéis de escritos y de otras co-sas que necesitan los estados, desde tiempos recientes. Por este motivo y en su momento adecuado, un diluvio desciende del cielo, como una pestilencia y arrastra a todos aquellos que carecen de cultura y educación, por lo que tenéis que comenzar de nuevo como si fué-rais niños, ya que ignoráis lo que sucedió en los tiempos antiguos tanto en vuestro pueblo como en el nuestro.


            "En cuanto a esas genealogías de vosotros los helenos que nos habéis contado, Solón, no son mejores que los cuentos infantiles, ya que en primer lugar vosotros sólo recordáis un solo diluvio cuando, en realidad, hubo muchos...


             "De vuestras dos ciudades (Sais en Egipto y Atenas en Grecia) la más antigua es la vuestra...Desde que este país está civilizado han transcurrido según nuestros escritos ocho mil años.


              "Se refiere pues a vuestros conciudadanos de hace nueve mil años lo que voy a describiros brevemente; sus leyes y sus grandes hechos. Para el exacto detalle de todo...

nuestros escritos relatarán cómo vuestra ciudad aniquiló antaño a una potencia insolente que invadía a la vez toda Europa y toda Asia, y se lanzaba sobre ella desde el fondo del Atlántico.

               "Pues en aquel tiempo era posible atravesar ese mar. Tenían una isla ante ese paraje que vosotros llamáis las columnas de Hércules.






                "Aquella isla era mayor que Libia y Asia reunidas y los viajeros de entonces eran capaces de pasar desde esta isla a las otras y desde ellas ganar todo el continente a la orilla opuesta de aquel mar que merecía llevar el nombre que llevaba.


                 "En esta Atlántida había reyes que formaron un imperio grande y maravilloso.

Este imperio era dueño de la isla por entero y también de muchas islas más y de porciones del continente. Además a este continente pertenecía por nuestro lado Libia hasta Egipto y Europa hasta el Tirreno.

                  "Esta potencia tras concentrar una vez todas sus fuerzas se propuso avasallar todo vuestro territorio y el nuestro y a todos los que se encuentran de este lado del estre-cho.


                  "Fue entonces, Solón, cuando el poderío de vuestra ciudad hizo aparecer ante todos su heroísmo y su energía. Pues ha acabado por triunfar...


                  "Pero en el tiempo subsiguiente hubo espantosos terremotos y cataclismos. En el espacio de un solo día y una noche terribles, todo vuestro ejército fue tragado instantá-neamente por la tierra e igualmente la Atlántida se abismó en el mar y desapareció.


                   "He aquí por qué aún hoy ese océano de allá abajo es difícil e inexplorable por el obstáculo de los fondos lodosos y muy altos que la isla al hundirse ha dejado sobre el mar.



                   La Atlántida era rica en metales, en frutos secos y animales desconocidos por el resto del mundo. Sus habitantes llenos de desinterés, incrementaban sus bienes  por la concordia y la virtud.

                   Por desgracia siguieron la ley inexorable de la decadencia; el elemento humano,

el lujo y la avaricia se sobrepusieron al elemento divino.

                   Hicieron guerras engrandeciendo su territorio. Dios los castigó destruyendo su país. Los libros de donde el sacerdote de Sais había tomado sus informes existían en Egip-to. Los acontecimientos se desarrollaban hace unos doce mil años y es sintomático notar que el diluvio universal data precisamente de hace doce mil años, según los glaciólogos.


                    Según el relato, la Atlántida estaba situada en pleno océano Atlántico entre América por una parte y Europa y Africa del Norte por otra. Su capital llevaba el nombre de Poseidonis. Se estima que su centro debía situarse hacia las Azores.





                     Los atlantes invadieron Gran Bretaña, Galia, la península ibérica y la península itálica y el contorno del Mediterráneo. Debieron invadir también la parte costera de las Américas. Es en estas partes donde se encuentran más megalitos túmulos, pirámides, dólmenes y menhires.


                       Antes del diluvio existían grandes civilizaciones. Una de ellas era la Atlánti-da. Otra la Helénica. Otra la Hiperbórea, entre otras. Estas civilizaciones prediluvianas fueron aniquiladas por el cataclismo y es obvio que el inmenso continente no se hundió en el mar sin provocar una gigantesca marea de alcance universal que sumergió y destruyó to-das las antiguas civilizaciones.


                       Según Teopompo (2) la historia de la Atlántida habría formado parte de las enseñanzas de Sileno, entonces prisionero del antiguo rey de Frigia: Midas:


                       "Europa, Asia y Africa forman una isla que el curso del océano rodea como un círculo. No hay más que un solo continente y se encuentra en otra parte. Su tamaño es in-menso. Nutre grandes animales y hombres dos veces más grandes que nosotros.


                        "Un día se propusieron pasar a nuestras islas y después de atravesan el océ-ano en número de diez millones, llegaron al país de los hiperbóreos. Estos conquistadores se informaron sobre el país en el que desembarcaban. Se les dijo que los hombres eran los más felices de todos los pueblos de Europa, Asia y Africa, pero despreciando la existencia pobre y miserable de los hiperbóreos, desdeñaron ir más lejos"


                        



                          En la obra "The Antediluvian World"(3), su autor, Ignatius Donnelly formulan las siguientes trece proposiciones a propósito del tema que nos ocupa:

                           Primera: Que en cierto tiempo existió una gran isla que constituía los restos de un continente al que los antiguos llamaban Atlántida.


                            Segunda: Que la exposición que de la mencionada isla ofreció Platón no debe considerarse una leyenda, ya que es una historia auténtica.


                            Tercera: Que la Atlántida constituyó el lugar donde el hombre consiguió por vez primera superar su estado primitvo para convertirse en un ser civilizado.


                            Cuarta: Que con el tiempo la Atlántida se convirtió en un país muy pode-roso y poblado. La enorme densidad demográfica empujó a realizar viajes, con lo que se consiguió que en las costas del golfo de México, en las cuencas del Misisipi y del Amazonas,

la costa del Pacífico en Suramérica, la occidental en Europa y Africa, la del Báltico, del mar Negro y del mar Caspio pudieran ser habitadas por seres civilizados.

                             Quinta: Que ha de ser considerado como el auténtico mundo antediluvia-no y, a la vez, el Jardín del Edén, los Paraísos de las Espérides, los Campos Elíseos, los Jar-dines de Alcino, el Olimpo, el Asgard de los nórdicos, la memoria universal de una tierra grandiosa, donde la humanidad primitiva vivió a lo largo de muchos siglos rodeada de paz y felicidad.

                              Sexta: Que las divinidades masculinas y femeninas de los antiguos grie-gos, fenicios, hindúes y escandinavos deben ser considerados los reyes, reinas y héroes de la Atlántida y que todas las acciones que les asigna la mitología constituyen una confusa reco-pilación de sucesos históricos auténticos. Porque fueron tomados de un lugar excepcional.

                              Séptima: Que las mitologías de civilizaciones como Egipto y Perú conce-dían una gran importancia a la religión proveniente de la Atlántida: la adoración del sol.


                               Octava: Que la colonia más antigua organizada por los atlantes estuvo probablemente en Egipto, cuya civilización es una reproducción casi exacta de la existente en la isla.


                               Novena: Que los objetos más comunes de la Edad de Bronce de Europa

tuvieron su origen en la Atlántida y que los atlantes fueron pioneros en el trabajo del hierro.

                               Décima: Que el alfabeto fenicio, padre de todas las lenguas europeas,

proviene del que ya se empleaba en la isla-continente.

                               Undécima: Que la Atlántida fue la tierra base del asentamiento original del gran tronco de las naciones arias e indoeuropeas, al igual que el de los pueblos semitas y posiblemente también de las razas turanias.


                               Duodécima: Que la Atlántida pereció por culpa de una terrible convulsión de la Naturaleza que desencadenó el hundimiento de la isla en el océano, arrastrando a casi todos sus habitantes.


                               Treceava: Que sólo unos pocos consiguieron escapar en embarcaciones varias para llevar a los países de Oriente y Occidente las noticias sobre la terrible catástro-fe, que han llegado a nuestros días por medio de los mitos de la Inundación y el Diluvio que se cuentan en diferentes pueblos del viejo y del nuevo mundo.




 Fin.















La Atlántida, parte 1.




 
          










Notas: 1.-"Timeo", de Platón

             2.- Historiador del siglo IV a. C.
             3.- "Atlantis: The Antediluvian World", Ignatius L. Donnelly, 1882.

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